El especismo es una preferencia moral que discrimina (positiva o negativamente) a los seres de ciertas especies por el simple hecho de pertenecer a dicha especie, sin tener en cuenta otras circunstancias. En mi opinión, hay muchos errores y malentendidos asociados con la idea de especismo:
Error 1: El especismo es la preferencia de la especie humana por la propia especie humana.
El caso de especismo más claro y extendido es la discriminación positiva y arbitraria de los seres humanos hacia otros seres humanos, solo por el hecho de ser humanos[1]. Sin embargo, éste no es el único caso. También los humanos podemos discriminar positivamente a perros, gatos, loros, delfines, elefantes o mariquitas; y negativamente a lobos, leones, jabalíes, cucarachas, ratas y palomas, por tener la (buena o mala) suerte pertenecer a dicha especie, sin tener en cuenta otros condicionantes.
Error 2: Sólo hay un tipo de especismo.
Hay muchas formas de ser especista. Algunas culturas humanas tienen una preferencia especista positiva por gatos, perros o vacas, pero otras culturas no la tienen, o incluso discriminan negativamente a los perros.
Error 3: Sólo los humanos pueden ser especistas.
Creo que, por ejemplo, grandes simios y perros, no solamente son sujetos morales pasivos (sujetos de derechos), sino también agentes morales, capaces de hacer juicios morales y tener preferencias especistas. Cuando digo que los grandes simios son agentes morales no estoy diciendo que los grandes simios sean agentes morales de la misma forma en la que lo es un humano adulto promedio. Tengamos en cuenta lo siguiente: los bebés humanos recién nacidos no son agentes morales, pero sí lo son los niños humanos, mucho antes de alcanzada la mayoría de edad legal, la cual se suele establecer entre los 14 y los 21 años, dependiendo de la legislación. Evidentemente, no hay ningún cambio significativo en la capacidad moral de un niño humano en el instante en el que alcanza la mayoría de edad. La capacidad de establecer juicios morales no parece ser algo binario sino más bien gradual. Esta capacidad no sólo está determinada por la edad, sino que se ve afectada por diversas circunstancias como drogas, lesiones físicas, impactos psicológicos, enfermedades neurodegenerativas… De la misma forma que los niños humanos pueden tener esta capacidad moral, también otros mamíferos.
Error 4: Lo contrario del especismo es la consideración de todos los animales por igual (sólo hay un tipo de no-especismo).
A veces se piensa que el especismo tiene un único contrario, el anti-especismo, y que ese único contrario consiste en considerar por igual a todos los animales. Pero el especismo no tiene un contrario, sino muchos contrarios. No sólo hay muchas formas de ser especista, sino que también hay muchas formas de ser anti-especista. Y esas formas son complejas: no se trata de una línea con dos extremos: el especismo y el anti-especismo; sino más bien de un plano, o incluso un espacio multidimensional, con muchos puntos. Una forma de ser no-especista es considerar a todos los animales por igual, pero otra forma de ser no-especista es considerar todos los intereses por igual.
Error 5: La preferencia sistemática por un animal de una especie frente a otro animal de otra especie diferente siempre es especista.
El especismo es la preferencia moral que discrimina por el simple hecho de pertenecer a una especie. Una forma de evitar ser especista es considerar por igual todos los intereses independientemente de la especie. Esto no impide que ante problemas morales se tenga en la práctica una mayor (o menor) consideración habitual por animales de ciertas especies que por otros de especies diferentes.
Enfrentados a problemas morales, es posible tener preferencia por un animal de una especie frente a otro de otra, sin ser por ello especista. Problemas morales como estos:
- Un pollo y un elefante están en peligro, y sólo puedo salvar a uno de los dos.
- Un perro con lombrices intestinales enfermará si los parásitos siguen desarrollándose en su cuerpo.
Que alguien piense que un elefante en concreto es un ser más sensible, inteligente y social que un pollo en concreto; o incluso que alguien piense que un elefante adulto promedio es probablemente un ser más sensible, inteligente y social que un pollo adulto promedio, y que en caso de encontrarse ambos en peligro, muestre una mayor preferencia por salvar a uno frente a otro, no es especista.
Los llamo “problemas morales” y no “dilemas morales” porque se entiende que los dilemas sólo tienen dos posibles soluciones, cuando lo habitual es que existan varias opciones frente a un problema moral.
En este artículo, en la cita: «I’m what Jon Bockman might call a “species-ist.” I think elephants—sweet, sensitive, and social creatures that they are—should count for more than chickens do.» se ridiculiza el anti-especismo erróneamente entendido como la consideración de todos los animales por igual, cuando ese es únicamente un tipo teórico de anti-especismo, del cual no creo que existan casos reales.
Razonar sobre el ejemplo del perro con lombrices puede asustar a mucha gente. La mayoría de nosotros decidiría mataría las lombrices y salvaría al perro. Pero ¿por qué lo hacemos, por qué preferimos al perro? ¿Es una intuición moral? ¿Es un comportamiento aprendido? ¿Seguimos unas normas sociales, tal vez religiosas? ¿Es peligroso razonar sobre este tipo de cosas? ¿Es más peligroso razonar que no hacerlo? ¿Lo hacemos porque los intereses del perro son mayores a los intereses de todas las lombrices? ¿Lo hacemos porque las lombrices nos dan asco y son también una amenaza para nosotros mismos? ¿Lo hacemos porque amamos al perro y nos sentimos identificados con él, mientras no podemos hacer lo mismo con las lombrices?
Otro ejemplo: A mucha gente le dan asco las cucarachas y las ratas o le aterrorizan las serpientes y los alacranes. Estas aversiones pueden tener un origen evolutivo relacionado con la posible transmisión de enfermedades o venenos, de la misma forma que los perros aborrecen las setas. Estos casos podrían no ser especismo, ya que, aunque se discrimine en general a todos los individuos de una especie, tal vez no se realiza esa discriminación por la pertenencia a la especie, sino por otros motivos. Por ejemplo, quien mata cucarachas pero salva a mariquitas tal vez esté impresionado por la belleza de los colores de las segundas. En ese caso no estaría discriminando por especie sino por belleza o estética: podría salvar la vida de una rara y bella cucaracha iridiscente. Mucha gente odia las ratas, marrones o negras, pero adora a los hámsteres blancos.
Conclusiones
Muchas preferencias por individuos concretos pueden no ser especistas. En cambio, son las reglas morales o legales, deontológicas, las que pueden ser especistas. Sería más justo si estas reglas morales o legales evolucionaran para tener mayor precisión en la consideración de los individuos y sus intereses, sin dar tanta importancia la especie a la que pertenezcan. Por ejemplo, un individuo muerto no tiene intereses, pertenezca a la especie que pertenezca.
Enlaces recomendados:
[1] Por supuesto, no hay nada que criticar cuando un individuo tiene consideración moral por otro, por ejemplo, cuando un hombre blanco tiene consideración moral por otro hombre blanco. El problema moral lo tenemos cuando el hombre blanco omite la consideración moral por otro individuo, simplemente por ser negro (racismo), o por ser mujer (sexismo). El especismo es otra discriminación arbitraria que maneja el concepto de especie en lugar del sexo o el color de la piel como argumento discriminatorio.
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