La irrelevancia del mundo objetivo

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Los átomos no tienen color

Todo lo que llamamos realidad, es realidad interpretada.

El espectro visible, el espectro audible así como otros espectros perceptibles son diferentes en función del ser que percibe. Por ejemplo, son diferentes en función de la especie. Un humano, un perro o una rana no percibimos la realidad de la misma forma. Para cada uno, la realidad es diferente.

El universo es como un disco de vinilo en 3D (o más dimensiones) y para cada uno de nosotros, seres conscientes / sintientes, el universo es diferente, pues lo interpretamos de forma diferente. Hay tantas interpretaciones como reproductores de vinilo. “A kind of magic” de Queen se escucha tal como la recordamos con un reproductor de 33 RPM, pero si lo reproducimos en un 45 RMP sonará como si la cantaran los pitufos. Podemos imaginar infinidad de reproductores, generando distintas experiencias auditivas para el mismo vinilo. De hecho, podría existir un reproductor en el cual “A kind of magic” de Queen se escuchara como “Trapped in a Corner” de Death.

En este texto voy a argumentar que el mundo objetivo podría no existir, y que en caso de existir, es únicamente relevante a pequeña escala local, pero no esencialmente relevante, y que de hecho es como si no existiera.

Llamaré mundo objetivo al supuesto mundo Real y único que genera las experiencias subjetivas, el cual es percibido con mayor o menor detalle y precisión. A este mundo también se le llama “mundo material”. Se dice que el mundo material y objetivo genera las experiencias subjetivas, no solamente porque, por ejemplo, los átomos de la silla (material) “ahí fuera” me generan a mí la experiencia visual subjetiva de una silla, sino porque, por ejemplo, la configuración algunos de los átomos de mi cuerpo (material), organizados como una endorfina (junto con otros átomos también organizados de formas específicas) me generan experiencias subjetivas (placenteras).

Asumir la existencia de un mundo objetivo / mundo Real / mundo material implica suponer que existe una realidad única “ahí fuera” la cual percibimos parcialmente y a veces distorsionada. Se dice que dicho mundo objetivo es el que genera las experiencias subjetivas.

Considero que, por una parte, el mundo objetivo podría no existir (A). Y por otra, que aún existiendo, es fundamentalmente irrelevante (B). Voy a desarrollar ambos argumentos de forma separada, y después algunos contra-argumentos.

(A) ¿Cómo podría no existir el mundo objetivo?

Si nuestro universo fuera una simulación, no sería necesario simular todo el universo físico, sino sólo aquella parte a la que algún ser sintiente pudiera acceder. Es decir, el universo material podría estar siendo creado a medida que lo vamos explorando. Por motivos de eficiencia, sería razonable hacerlo así. Pero ¿por que detenerse en ese punto? Si nuestro universo fuera una simulación, realmente no sería necesario simular absolutamente nada del mundo físico. Bastaría con simular nuestras experiencias, incluyendo nuestras experiencias del mundo físico. El mundo físico objetivo podría no existir.

No necesitamos admitir que el universo es una simulación para tener dudas razonables acerca de la existencia “fuerte” de un mundo material o mundo objetivo. Es intuitivo pensar que cierta combinación de materia produce (la emergencia de) el “yo”. Pero de forma totalmente simétrica también podríamos decir que cierta combinación de experiencias básicas produce (la inmersión en) el “yo”. En el primer caso, la materia crea el “yo” y el “yo” experimenta la existencia de experiencias. En el segundo caso, las experiencias básicas crean el “yo” y el “yo” experimenta la existencia de materia. Emergentismo e inmersionismo son hipótesis simétricas acerca de la realidad, y aunque la primera sea más intuitiva, no hay buenas razones para descartar la segunda.

(B) ¿Por que, en caso de existir, el mundo objetivo es fundamentalmente irrelevante?

Supongamos que es cierto que existe un mundo objetivo “ahí fuera”.

En la siguiente figura, el círculo representa tus posibles experiencias. Los puntos que se encuentran dentro del círculo simbolizan cada una de las posibles sensaciones, percepciones y otras experiencias que puedes tener. Los puntos fuera del círculo representan experiencias imposibles para tu sistema nervioso.

En esta figura he representado tu círculo de experiencias y el mío. Son muy parecidos. Salvo algunas excepciones, en general percibimos el mismo tipo de cosas y reaccionamos de forma similar a los mismos estímulos. Esto es debido a que tenemos cerebros, ojos, oídos etc. muy similares.

Así podríamos representar las posibles experiencias de todos los seres humanos. Son muy parecidas pero no deja de haber diferencias. Nuestras diferentes percepciones y sobre todo nuestras diferentes reacciones ante los mismos estímulos son de nuestro máximo interés.

Si añadimos otra especie animal del planeta Tierra podríamos tener algo así.

La experiencia de un murciélago sería muy diferente a la de un humano. No digamos la de una hormiga. O una ameba.

Añadiendo otras especies (tal vez extraterrestres pero incluso puede suceder con algunas no extraterrestres) podría suceder que estas experiencias no tuvieran nada que ver con las nuestras.

Es de esperar que sea así, produciéndose el fenómeno de que la supuesta realidad objetiva resulta indiferente ya que entre unos y otros seres, sus “reproductores de vinilo” son tan diferentes que la supuesta realidad objetiva, aún existiendo, no tiene absolutamente nada que ver entre unos y otros, ya que es interpretada de formas totalmente diferentes, y a diferente escala física, temporal etc.

En la siguiente figura los círculos naranjas representan aquello que diversas especies podrían acordar llamar “mundo objetivo”. Gracias a las similitudes que tenemos nosotros los humanos con, por ejemplo, los murciélagos, nuestros círculos se unen, y podríamos ampliar nuestro concepto de “mundo objetivo” uniendo ambos círculos. De hecho, esto es lo que hacemos cuando nos comunicamos con máquinas capaces de detectar luz ultravioleta e infrarroja: ampliamos nuestro concepto de “mundo objetivo” asumiendo que existen cosas que no podemos percibir gracias a que otros sí lo hacen. Pero para otras especies o seres muy diferentes a nosotros, nuestros conceptos de “mundo objetivo” podrían ser tan diferentes que llegasen incluso a no tener nada en común (los círculos naranjas no se tocan).

Podríamos pensar que no existen seres tan diferentes a nosotros tales que su percepción de la realidad objetiva sea tan diferente a la nuestra, pero el problema es que por ahora somos capaces de identificar a otros seres sintientes únicamente mediante el parecido con nosotros, es decir, únicamente aquellos que son parecidos a nosotros, es decir, estamos teniendo el sesgo propio del efecto de la farola encendida: no se buscan las llaves allí donde más probablemente estén, sino allí donde más probablemente las podamos encontrar. De la misma manera, habitualmente no buscamos seres sintientes allí donde más probablemente estén, sino allí donde más probablemente podamos reconocerlos.

No estoy diciendo que, en caso de existir, no sea interesante para nosotros conocer cómo es eso que nosotros llamamos el mundo objetivo. Precisamente, eso es a lo que se dedica la ciencia. Lo que estoy diciendo es que visto en una perspectiva amplia, el auténtico mundo objetivo es prácticamente irrelevante, siendo lo relevante la configuración de los reproductores o intérpretes.

Alguien podría decir que en definitiva la realidad es material, compuesta por átomos, y que conocer la disposición y comportamiento de esos átomos es interesante para todo tipo de seres, por muy diferentes que sean. Pero lo que quiero explicar aquí es que para otros seres los átomos incluso podrían no existir, y sus experiencias podrían estar generadas de formas inimaginables para nosotros. Esto me parece lo más plausible, y lo aventurado sería suponer lo contrario, de la misma forma que pensar que existen otros planetas habitados por formas de vida inteligente es lo más plausible y lo aventurado sería pensar lo contrario.

Es decir, en mundo material, en caso de existir, es absolutamente fundamental para seres individuales y para grupos de seres que son parecidos ente si… al menos aquello a lo que estos seres llaman mundo material. Pero visto en perspectiva, el mundo objetivo o material auténtico es básicamente irrelevante, al menos si lo comparamos con la importancia de los intérpretes o reproductores. El autentico mundo material, si es que existe, bien pudiera ser en ultima instancia puro azar, siendo todo lo que percibimos resultado de nuestra configuración como intérpretes.

Contra-argumentos

Creo que las hipótesis mostradas son interesantes y con ellas se pueden desarrollar prometedoras líneas de investigación, pero hay buenos argumentos en contra de ellas. Voy a resumir los que creo que son los mejores contra-argumentos.

(A) Sobre la no-existencia del mundo objetivo

¿De veras tiene sentido que exista un reproductor en el cual “A kind of magic” de Queen se escuche como “Trapped in a Corner” de Death? Llamemos A a “A kind of magic” y T a “Trapped in a Corner”. Para que al recibir A como entrada se escuche como T, el reproductor debería añadir siempre a la señal de entrada T-A, de forma que A + (T-A) = T. ¿Que significado evolutivo tiene la existencia de un objeto que suma la señal T-A a toda señal que recibe? Seguramente ninguno.

Asumiendo que el mundo es una simulación, si bien es cierto que puede ser más eficiente crear la realidad física únicamente a medida que ésta se va explorando, ésta parece una complejidad innecesaria, a no ser que el mundo físico pueda ser creado progresivamente siguiendo patrones infinitos sencillos, aparentemente aleatorios, como por ejemplo, fractales o la serie “Look-and-See” o “desintegración audioactiva” de Conway. En general, los programadores de juegos no hacen esto. En cambio, crean mundos con límites bien definidos, como podría ser en nuestro caso, la velocidad de la luz o las constantes de Plank (tiempo de Plank, longitud de Plank…). Por otra parte, efectivamente, sería suficiente con simular las experiencias; no hace falta simular el mundo físico. Pero dado que las experiencias son tan convergentes, lo realmente eficiente sería simular la existencia de un mundo físico objetivo junto con unos intérpretes similares, con pequeñas diferencias. Creo que un contra-contra-argumento válido aquí sigue siendo el principio de la farola encendida: tal vez las experiencias no son tan convergentes, y lo que ocurre es que únicamente somos capaces de identificar como seres sintientes aquellos cuyas experiencias son convergentes a las nuestras.

El desarrollo de la crítica al inmersionismo es prácticamente el mismo. El inmersionismo posee una hermosa simetría con el emergentismo, y efectivamente, de lo único de lo que estamos seguros es de las experiencias subjetivas, así que es razonable pensar que nuestra identidad está compuesta básicamente de experiencias (realidad fuerte), y despreciar el mundo material como una realidad débil o epifenómeno. Sin embargo, en tal caso ¿por que las experiencias relacionadas con la existencia del mundo material son tan convergentes? ¿No sería razonable pensar que el mundo material tiene una existencia fuerte independiente de las experiencias? ¿E incluso que el mundo material es que el genera el mundo de las experiencias (es decir, el materialismo emergentista) y no al revés (es decir, el espiritualismo inmersionista)? De nuevo, un contra-contra-argumento válido creo que es el principio de la farola encendida: tal vez las experiencias relativas al mundo material no son convergentes sino más bien aleatorias, y sin embargo lo que ocurre es que únicamente somos capaces de compartir experiencias relativas al mundo material con seres sintientes cuyas experiencias son convergentes con las nuestras porque con otros no tenemos forma de comunicarnos.

(B) Sobre la fundamental irrelevancia del mundo objetivo

En este caso se asume que es cierto que existe un mundo objetivo “ahí fuera”, y se ha argumentado que ese mundo objetivo es, visto en forma global, fundamentalmente irrelevante.

En la argumentación se está hablando en realidad de dos tipos de “mundo objetivo” (o de una evolución de este concepto). Existe un mundo objetivo consensuado o local (círculos naranjas, para cada especie el suyo) y un mundo objetivo global (la superficie naranja total). A medida que conocemos cómo son las percepciones de otros podemos ampliar lo que consideramos el mundo objetivo global. El argumento presentado parece indicar que a medida que sucede esto, la superficie naranja irá creciendo hasta cubrir todo el espacio de posibilidades. Sin embargo, esto no necesariamente debe ser así. Aunque el mundo objetivo global sea extraordinariamente más grande de lo que podamos suponer o imaginar, no necesariamente debe ser infinito, es decir, no necesariamente debe cubrir todas las posibilidades y por tanto conocerlo no sería de ninguna forma irrelevante. Creo que, de nuevo, un contra-contra-argumento válido aquí es el principio de la farola encendida: puede haber un límite en cuanto a nuestra capacidad de entender o aceptar los mundos objetivos de otros seres muy diferentes a nosotros. Ambas hipótesis son plausibles: el mundo objetivo global podría cubrir todo el espacio de posibilidades, o no hacerlo.

Posted by Manu Herrán

Founder at Sentience Research. Associate at the Organisation for the Prevention of Intense Suffering (OPIS).

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