La ética es una farsa, el espectáculo debe continuar
Primera versión: Ene. 2017
Actualizado: May 2017
A continuación, introduzco la idea de que la ética es una farsa al mismo tiempo que existen una cooperación y un altruismo auténticos entre individuos, y hago algunas propuestas para maximizar el altruismo, compatibles con las ideas anteriores.
Seguramente, la ética es una farsa. ¿Por qué? La ética es la reflexión lógica sobre la moral. Moral es cada uno de los conjuntos de normas por las que se rige una sociedad, que permiten guiarse en los conflictos entre individuos. Hay diversas éticas (diversos razonamientos morales) y diversas morales (conjuntos de reglas por los que guiarnos).
Sucede lo siguiente: el comportamiento -entendido en sentido amplio, y en general- de cada uno de los seres vivos es aquel que sería previsible que sucediera si fuera guiado por el egoísmo de los genes, que construyen máquinas (cuerpos) con el único fin de la auto perpetuación de sí mismos (los genes). En este comportamiento se incluyen la creación y aceptación de reglas morales, y los razonamientos éticos (lógicos).
Esta no es la única explicación posible, pero es seguramente la mejor explicación. En caso de ser cierta, la ética no estaría haciendo eso que mucha gente cree que hace, que es reflexionar sobre lo que está bien y está mal (o sobre lo que está mejor y peor) para llegar a conclusiones, sino que al contrario, dadas ciertas conclusiones a las que se desea llegar (comportamientos guiados por el egoísmo de los genes), la ética se encarga, a posteriori, de justificar y argumentar para defender conclusiones predefinidas. Algunas de esas conclusiones predefinidas podrían ser clasificadas como “altruismo” y otras como “egoísmo”. Es decir, según esta interpretación, la ética es una mascarada que encubre pactos de cooperación beneficiosos para los genes, decididos de antemano.
¿Cómo es posible la existencia de cooperación e incluso el altruismo en un mundo guiado por el egoísmo de los genes?
Cuando uno coopera, en general lo hace porque le resulta beneficioso a sí mismo, y especialmente a sus genes, de una forma más o menos complicada o encubierta. El altruismo también puede ser explicado mediante el egoísmo metafórico de los genes. Cada uno, además de preocuparse por uno mismo, se preocupa también por los seres genéticamente próximos: sus hijos, otros parientes genéticamente próximos, así como de sus parejas sexuales, amigos o colaboradores en la medida en la que sirvan a sus fines (los objetivos de los genes).
En esta interpretación del comportamiento es indiferente la racionalidad y otras características de los individuos: éstos pueden ser muy inteligentes o no, predecibles o no; guiados por la razón o tal vez por la superstición. No importa. Lo que esta interpretación explica es que esos comportamientos, en general, son coherentes con el egoísmo (metafórico) de los genes.
El altruismo puede encubrir un interés personal, aún cuando sea de una forma más o menos complicada o encubierta, como puede ser el caso de los niños adoptados, las mascotas, y las personas que hacen del servicio a los demás su razón de ser. En concreto el altruismo efectivo podría ser una suerte de capricho moral e intelectual, una forma de alcanzar reconocimiento y encontrar sentido a una vida sin sentido.
Sin embargo, el egoísmo de los genes no implica que los individuos sean completamente egoístas. Tengamos en cuenta que a los genes (metafóricamente) solo les interesan los individuos en la medida en la que sirvan a sus fines. Estos fines son la preservación y reproducción de ellos mismos, de los genes.
El egoísmo de los genes es totalmente compatible con la cooperación y el altruismo entre individuos. A lo largo de la historia se han formado todo tipo de comunidades cooperadoras, y esto ha ocurrido en muchas especies. Ya sean hormigas o seres humanos, podemos ver como unos grupos se enfrentan con otros sin ningún reparo ético (esclavitud, guerras) mientras colaboran e incluso son totalmente altruistas dentro del propio grupo.
Este altruismo no ocurre únicamente dentro de la propia especie. El egoísmo de los genes predice que en ausencia de otras consideraciones seremos tanto más altruistas cuanto más próximos nos encontremos genéticamente. Esto incluye -para los seres humanos- empatía y altruismo con grandes simios, mamíferos en general, y por qué no, con todas las especies animales. Las sociedades y personas, cuanto más desarrolladas estén, cuanto más cubiertas estén sus necesidades, tanto más estarán dispuestas a considerar moralmente a otros seres a mayores distancias genéticas.
¿Cómo es posible la existencia de una ética que proponga la disminución de poblaciones?
Con razón o sin ella, en general, la mayoría de las personas defenderá una ética que en última instancia argumentará en favor de alargar la vida e incrementar el número de individuos, porque dicha ética es parte del comportamiento de seres que han sido seleccionados evolutivamente. La defensa de la disminución de poblaciones pertenecerá, por lo general, a casos marginales.
¿Cómo maximizar la cooperación y el altruismo en un mundo guiado por el egoísmo de los genes?
- Podemos emplear la razón para argumentar a favor del altruismo entre individuos. El espectáculo debe continuar. Si los genes nos han construido para que usemos razonamientos éticos para llegar a la conclusión de que el altruismo es deseable, hagámoslo. No sólo será bueno para eso que pretenden los genes: será bueno, en general, para todos.
- Podemos destacar los beneficios egoístas del altruismo. El individuo altruista envía una “señal costosa” al resto de la sociedad, atrayendo la simpatía y consideración precisamente de aquellos que también más valoran la cooperación y el altruismo. Llegado el caso de que la persona altruista sea quien necesite del altruismo de los demás, para entonces habrá atraído la atención de otros muchos altruistas que esta vez podrán ayudarle a él.
- Podemos mejorar los mecanismos de comunicación y compromiso. Existen muchas oportunidades win-win entre individuos que no se aprovechan por falta de información o falta de mecanismos que aseguren la cooperación.
- Podemos considerar que el máximo altruismo es inevitable. La máxima eficiencia la produce el altruismo total, por lo que es previsible un alineamiento de la evolución con una cooperación global entre cada vez más seres, hasta alcanzarlos todos. De la misma forma que ahora existe una “declaración de los derechos humanos“, es previsible que exista una “declaración de los derechos de los seres que sienten”, una suerte de pacto global que incluye a todos los seres que puedan verse afectados por las acciones u omisiones de los demás. Cuanto antes aceptemos esto, antes disfrutaremos todos de esta máxima eficiencia.
- Podemos facilitar la convergencia entre el egoísmo de los genes y el altruismo entre individuos. ¿Cómo? Ayudando a maximizar la existencia de vida altruista, mientras que contenemos la tendencia a que otros tipos de individuos, cuyo comportamiento esté basado en el egoísmo, ocupen ciertos nichos. En la medida en la que el altruismo pueda asegurar la existencia de una vida feliz, cuanta más vida altruista exista, mejor. Es decir, se trata de facilitar la aparición de vida altruista y feliz tanto como sea posible, evitando que nuevos nichos sean ocupados por otros seres egoístas y/o infelices.
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