“Ciertamente, una deidad que crea seres vivos para torturarlos debe ser, por definición, perfectamente maligna. Dicho de otro modo, el Sabio Señor no creó a Arimán. El Sabio Señor es Arimán.”
– Gore Vidal. “Creación”
Si dios existe (cosa muy posible), es o bien indiferente, o bien causa de nuestro sufrimiento (el de los seres que sentimos). El sería hacia nosotros como los humanos somos hacia los pavos en navidad, las ratas de laboratorio o las hormigas.
Si dios existe, no parece que sea nuestro amigo, a no ser que nos esté salvando de algo mucho peor. En ese último caso dios sería hacia nosotros como nosotros somos hacia nuestros perros y gatos domésticos. Hacemos lo que podemos por ellos, pero no somos omnipotentes y no podemos evitar que sufran ocasionalmente.
Por otra parte, creer en personajes imaginarios puede ser muy útil para lograr motivación, ganas de vivir, para obtener fuerza ante las dificultades, para aumentar la cohesión social, y para evitar adicciones, así como para manipular a otros, hacer creer que somos el pueblo o la especie elegida, justificar guerras, asesinatos, matanzas (tanto de humanos como de animales no humanos), torturas y todo tipo de cosas terribles.
Creer en fantasías puede estar bien en ciertos momentos, disponiendo de un sistema superior de juicio que nos avise cuando abandonarlas. Esos sistemas de control existen pero lamentablemente la mayoría de ellos se rigen por una moral egoísta: de la fantasía se toman selectivamente aquellas cosas que nos benefician, aunque perjudiquen a otros, reinterpretando a voluntad. Como es una fantasía y de todas formas no tiene sentido, no es difícil retorcerla hasta adaptarla a nuestros intereses.
Otros en cambio emplean dichas creencias injustificadas (fe) para buscar el mayor bien para el mayor número de personas (humanas en unos casos, y sintientes en otros, es decir, incluyendo animales), creando un gran impacto positivo, admirable, incluso a costa de su propio sufrimiento. Si a estas personas la fantasía les dijera algún día que hicieran daño a otras, ignorarían esta fe y renegarían de ella. Criticar a estas personas por sus creencias puede adolecer de falta de perspectiva y estrategia.
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