Racionalismo, empirismo y extremidades fantasma

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Apología del racionalismo…

La epilepsia ha sido considerada históricamente la “enfermedad sagrada” por su relación con estados alterados de conciencia vinculados a una fuerte religiosidad y misticismo. En España la padecen unas 400.000 personas y muchos de nosotros hemos sido –y seremos– testigos de convulsiones epilépticas, por lo que es ciertamente recomendable tener algunas nociones básicas sobre cómo actuar frente a una de estas crisis. Afortunadamente, hoy en día tenemos una explicación científica de su origen, la cual incluye factores hereditarios, lesiones, tumores e intoxicación, entre otros. Ya no es necesario invocar un componente sobrenatural para explicar los episodios.

La enfermedad y la discapacidad no tienen un origen divino, y no son consecuencia de ningún pecado. Especialmente desde el siglo XVII, el racionalismo primó el uso de la razón frente a otras consideraciones como la superstición, el mito, la intuición, la autoridad o la fe. El avance que supuso este nuevo enfoque fue extraordinario. Paralelamente, y también como reacción al pensamiento medieval, surgió el empirismo que defiende como conocimiento válido aquel que es obtenido a partir de los sentidos.

El problema del empirismo es que sirve para demostrar casi cualquier cosa. Tenemos la experiencia de que las cosas caen hacia “abajo”, aunque ahora sabemos que “abajo” no existe; al menos, no existe de forma objetiva. “Abajo” es un concepto engañoso, o cuanto menos, subjetivo, de ámbito local. También tenemos la experiencia de que el Sol gira en torno a la Tierra, cuando sabemos que es al contrario. La teoría heliocéntrica es mejor que la geocéntrica, y esto supone una victoria del racionalismo frente al empirismo; una victoria de la razón frente a la experiencia.

… y refutación

Lo cierto es que la Tierra no gira exactamente alrededor del Sol. Ni el Sol gira alrededor de la Tierra, sino que ambos giran en torno al centro de masas, como dos patinadores sobre una pista de hielo tomados de la mano. El centro de masas del Sistema Solar está, es cierto, dentro del Sol, pero no en su centro.

Volviendo al asunto, los empiristas critican a los racionalistas diciendo que todo conocimiento, incluso el racional, proviene, en última instancia, de la experiencia. Y en mi opinión, tienen razón, ya que somos experiencia. En última instancia, todo lo que hacemos es sentir, experimentar. Si bien es cierto que las experiencias, convergentes, nos hablan de un mundo objetivo material único “ahí fuera”, de lo único que podemos estar completamente seguros es de la experiencia subjetiva. Del mundo objetivo “ahí fuera” no estamos completamente seguros, sino casi completamente seguros.

Si veo un árbol, si observo la caída del sol, o si tengo dolor en la pierna, y después hablo de esto con otros –y salvo que esté mintiendo– los demás podrán estar completamente seguros de que yo he visto un árbol, la caída del sol, y que he tenido dolor en la pierna.

Incluso aunque la pierna no exista.

Según distintos estudios, en aproximadamente un 65% de las amputaciones los individuos manifiestan seguir percibiendo el miembro perdido, refiriendo especialmente sensaciones dolorosas. No se quejan de dolor en el muñón, algo que sería comprensible: se quejan de dolor en el miembro que ya no existe. El racionalismo, y su hijo el materialismo (o el fisicalismo) se ven en serios aprietos para interpretar esto. ¿Cómo puede doler una pierna que no existe? Eso es una contradicción lógica. No parece racional.

¿Las matemáticas se inventan o se descubren?

Repasemos de nuevo el asunto. Las distintas percepciones que tenemos (y particularmente, las visuales) convergen hacia un mundo externo material determinado, objetivo, donde el agua pesa más que el aceite. Curiosamente, ocurre algo similar con las ideas platónicas, como las matemáticas, que también convergen hacia un conjunto de verdades determinado, donde la longitud de una circunferencia es igual al diámetro multiplicado por un curioso número al que llamamos Pi. Si es la convergencia de las experiencias subjetivas la que otorga credibilidad al mundo físico ¿no debería la convergencia de las ideas matemáticas otorgar credibilidad al mundo platónico de las matemáticas?

Si yo pensase que el aceite pesa más que el agua (algo intuitivo para muchas personas) o que la longitud de la circunferencia es siete veces el diámetro, estaría equivocado. En el primer caso es la experiencia (empirismo) la que puede sacarme de mi error mediante un sencillo experimento. En el segundo caso es cierto que podemos usar la experiencia y medir circunferencias, pero también podemos usar métodos deductivos, empleando la razón (racionalismo) aplicada sobre una combinación de axiomas y teoremas previos.

¿Y si la razón me dijera que las piernas que no existen no duelen, y los sentidos me dijeran que la pierna no me puede doler, porque no la veo?

Ni el racionalismo consensuado ni el empirismo consensuado pueden ganar todas las batallas. Los fenómenos culturales, la valoración de las experiencias o la percepción de uno mismo son diversos y no siempre convergentes. Cada uno de nosotros tiene un mundo interior único, y una percepción de sí mismo única, incluyendo su propio cuerpo. Apreciar o repudiar los poemas de Catulo, divertirse o aburrirse con el juego del parchís, y sentir que duele –o no– un pie “inexistente” son asuntos subjetivos, íntimos, reales, sobre los que podemos hablar y discutir –y de hecho lo hacemos– pero nunca demostraremos su invalidez ya que por su naturaleza subjetiva, son ciertos por definición.

Esta naturaleza incuestionable de la realidad subjetiva íntima de las personas es fundamental para aproximarnos a ellas cuando sufren y necesitan apoyo. Cada persona es única y vive sus experiencias de forma única. En algunos casos acertaremos sin preguntar pero en la mayoría de los casos, no. Necesitamos prestar atención y entender. Mucha gente necesita que la escuchen. Otros prefieren no hablar en ciertos momentos y valoran, simplemente, estar acompañados (y por eso las meta-preguntas como “¿Quieres hablar?” son tan valiosas, aunque sean paradójicas). Insisto: cada persona es única. Unos parecen resistir estoicamente las situaciones más duras mientras que otros parecen abatidos por trivialidades. ¿Quién sufre más? La experiencia íntima no es evidente. Por eso la comunicación y la sinceridad son tan importantes. El racionalismo y el empirismo son extraordinarias herramientas, pero a veces no son suficientes. ¿Qué es lo que puede completarlas? La empatía. Ponerse en los zapatos del otro. La clave está en la mirada con la que miramos al otro.

Posted by Manu Herrán

Founder at Sentience Research. Associate at the Organisation for the Prevention of Intense Suffering (OPIS).

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